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domingo, 10 de diciembre de 2023

LA VENGANZA DE LOS AVESTRUCES


El avestruz es un animal torpe cuya singularidad es ocultar su cabeza bajo la arena cuando presiente un peligro, convencido de que lo que no se ve no existe. Esta imagen se me viene a la mente inevitablemente cuando pienso en los tres jueces que han condenado, el pasado 7 de abril, a 25 años de prisión al ex presidente peruano Alberto Fujimori (1990-2000) por “responsabilidad indirecta” en dos matanzas perpetradas en 1991 y 1992 por una banda de sicarios que mató en total a 25 personas; y cuando pienso en las organizaciones que supuestamente defienden los Derechos Humanos, que se alegran y califican la sentencia “de gran victoria histórica”.

 

La condena del ex presidente, llamado familiarmente “El Chino”, debido a su origen japonés, corresponde realmente a una cadena perpetua puesto que él tiene 70 años cumplidos, a menos que tenga una excepcional longevidad.

 

Esta sentencia puede ser calificada como una venganza de los avestruces si reflexionamos acerca de lo que hacían los acusadores y los jueces que han condenado al ex presidente peruano durante los años 1990-1993, en los que ocurrieron los crímenes juzgados. ¿Qué hacían en esos años, cuándo Sendero Luminoso, organización terrorista discípula del monstruo Pol Pot, mataba sumariamente a todos los que le resistían, cuando daba la impresión de que estaba a punto de triunfar, de que estaba a dos dedos de tomar el poder y de transformar el Perú en una especie de Camboya comunista y sanguinaria? Pues tenían la cabeza metida en la tierra y esperaban que alguien, en este caso el “Chino”, se encargara del “sucio trabajo” de acabar con el terrorismo.

 

Una apatía casi institucional ¿Y si por desgracia el “Chino” fallaba, acaso ellos ya estaban listos para dialogar con Sendero y a proponerle sus servicios?

 

Rumores recurrentes, pero por el momento imposibles de comprobar, permiten pensar que ellos anticiparon una posible victoria de SL y buscaron entrar en contacto con esa banda terrorista. Si esto es verdad, la historia revelará la identidad de aquellos cobardes que hoy se presentan como heraldos universales de los derechos humanos. ¡Pobres derechos humanos!

 

Si los padres de los derechos humanos supieran el uso oportunista y falso que se hace de ellos en Perú, se sobresaltarían en sus tumbas.

 

El más representativo de esa pusilanimidad, que se puede calificar en buena medida de institucional, pues se extendió en las altas esferas de la sociedad (magistrados, universitarios, políticos, empresarios, directores de diarios, etc.), es sin duda alguna el presidente de la ex Comisión de Verdad y Reconciliación (CVR), Salomón Lerner.

 

Un día, este filósofo admitió que en esa época él no había tomado conciencia de la amplitud de la violencia y de las vesanias de Sendero Luminoso porque estaba muy ocupado en sus trabajos universitarios. Sus trabajos de ese entonces, como los que siguieron después, eran de tal importancia que nadie los conoce y por lo tanto nadie está en condiciones de acordarse de ellos, incluso entre sus colegas más cercanos.

 

Esto me recuerda a algunos intelectuales franceses que durante la ocupación nazi practicaron la colaboración tranquila y siguieron publicando, filmando, cantando, y que, cuando llegó la liberación, aparecieron como miembros de la Resistencia de la hora 25.

 

No hay vergüenza de ser cobarde; pero que no se juegue a ser un héroe cuando el peligro ha desaparecido.

 

Hoy en día, esa CVR, cuyo informe es a menudo un tejido de alegaciones increíbles o aproximativas, y que no responde a ningún criterio científico, pretende distribuir buenos y malos puntos, como si la lucha contra el terrorismo (pues había en Perú un terrorismo, el de Sendero Luminoso) hubiera sido un juego mundano de sociedad.

 

La CVR afirma que esos años de violencia dejaron 70.000 víctimas, entre muertos y desaparecidos, cifra superior a las pérdidas norteamericanas en Vietnam. Al mismo tiempo, esa comisión dice implícitamente que el conflicto peruano fue de media o alta intensidad. ¡Qué absurdo!

 

Es verdad que algunos de esos comisionados tuvieron una relación turbia con Sendero. Uno de ellos dijo en esa época que estaba de acuerdo con los objetivos de Sendero pero no con sus métodos, que éstos (es decir, el uso de las armas y del asesinato, habría que recordarle) prematuros.

 

La izquierda peruana pagó duro su ambigüedad,.su negativa a condenar firmemente a los asesinos de SL, ya que éste era una organización de asesinos en serie, sin escrúpulos, sin remordimiento. La izquierda peruana no obtuvo en las últimas elecciones en 2006 sino un 1% de los votos. Los electores la juzgaron. Estos mismos electores estiman en un 60% que Fujimori fue el mejor presidente que el país ha tenido en su historia. La única cuestión que vale la pena.

 

Como residente en Lima desde hace diez años, y periodista de la Agence France Presse (AFP), entrevisté a Fujimori en cinco ocasiones, incluso una vez lo entrevisté en Tokio, cuando él estaba exiliado, poco después de su caída en 2000 a causa de una conspiración que, como distintos índices lo sugieren, habría sido urdida por Bill Clinton y Madeleine Albright, la entonces secretaria de Estado.

 

Lo entrevisté de nuevo en Santiago de Chile, poco antes de su extradición. Durante los quince meses que duró el proceso de Fujimori, yo asistí a prácticamente todas las audiencias, 161 en total. Falté a lo sumo a una decena que no eran, además, esenciales.

 

Puedo decir que conozco el expediente y también alegar una experiencia profesional de 40 años en el periodismo, experiencia que me enseñó a saber lo que es un hecho, una prueba, un índice, una alegación, una suposición, una deducción, una especulación, un conjunto de conceptos elementales que los tres jueces obviamente ignoran, lo que lanza una duda sobre su competencia jurídica y sobre su imparcialidad.

 

En fin, puedo añadir que, ideológicamente, todo me separa de Fujimori, siendo él un hombre de derechas, y yo más bien de izquierda. Pero no de una izquierda de salón, como lo prueban mis compromisos pasados y presentes y la historia de mi familia. Por adelantado, le niego a quien sea tener la menor autoridad para impugnar mi pertenencia a la izquierda pues en la izquierda no hay un Papa que fije el dogma.

 

En sus considerandos, el tribunal no respondió a la única cuestión central del proceso: ¿Fujimori dio la orden de realizar esas dos matanzas estúpidas que, obviamente, iban contra la política que él mismo preconizaba contra el terrorismo, a saber: convencer a la población, ganarse su simpatía, con el fin de aislar a Sendero Luminoso y a la otra organización subversiva, el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA)?

 

A falta de pruebas, la parte civil y el fiscal cambiaron, puedo decirlo sin ironía, su fusil de hombro durante el proceso.

 

Al principio, decían que Fujimori era el jefe del escuadrón de la muerte, del grupo llamado Colina (Colina es el nombre de un funcionario asesinado por SL), que realizó esos asesinatos y que él había dado la orden directa de esos crímenes. Como no pudieron probar esta alegación, entonces inventaron la tesis de que Fujimori es culpable porque él era el jefe de Estado.

 

Basándose en una cadena de suposiciones, dijeron que él había transformado el Estado en una organización criminal con el fin de implementar una guerra sucia contra el terrorismo. Por lo tanto, siendo el inspirador de esa estrategia oculta de guerra sucia, disimulada en los pliegues de una guerra limpia, él era el autor indirecto de esos asesinatos.

 

Como nada prueba esa otra alegación (repito, es una simple alegación), los jueces hicieron una pirueta de gimnasia jurídica que tiene mucho de realismo mágico: Amontonaron hechos sin relación evidente, rasparon aquí y allá entre cerca de 500 documentos de índices vagos con el único objetivo de construir una culpabilidad que parece muy hipotética. Los jueces demostraron tener una maquiavélica imaginación literaria.

 

Al final, consideraron que Fujimori es culpable por omisión, lo que quiere decir que sabiendo que esas matanzas se preparaban, él no hizo nada para impedirlas. ¿Y qué prueba hay de que él sabía? El hecho de que en su calidad de jefe de las Fuerzas Armadas y de la Policía él debía saberlo. Los expertos jurídicos apreciarán la pertinencia, digo bien pertinencia, no inteligencia, del argumento. Lo digo sin temor alguno: ¡es grotesco! Individuos sin importancia.

 

Aceptemos desde un punto de vista puramente hipotético que los considerandos de los jueces sean fundados. ¿Cómo entonces puede uno explicar por qué Fujimori habría autorizado o, lo que es peor, dado la orden de matar a 25 personas sin importancia alguna, que no eran ni siquiera dirigentes terroristas de segunda o de tercera?

 

Esas matanzas tenían un inconveniente principal para Fujimori: le quitaban credibilidad a su política oficial, proclamada y practicada, de guerra limpia. ¿Por una parte, él tendía la mano, y por la otra él habría apuñalado?

 

Uno puede creer que la gente es imbécil, hasta que llega el momento en que ésta se da cuenta de que ha sido engañada. Aceptemos incluso que esa política de guerra sucia era cierta. ¿Puede alguien imaginar que un presidente de la República, incluso de un país pequeño como Perú, admite dar la orden de ejecutar a individuos sin importancia y sin ningún peso político o estratégico, como habría podido ser, por el contrario, la liquidación física de Abimael Guzmán, el jefe alucinado de Sendero, un tipo mesiánico hasta los forros? Ahora bien, todos los jefes terroristas, incluso Guzmán, fueron detenidos y están purgando penas.. El llamado “Presidente Gonzalo” tuvo durante años como vecina de celda a su compañera Elena Iparraguirre, ellos pasaban juntos todo el día. ¡Bonito ejemplo de la crueldad de Estado promovido por Fujimori! ¡Fujimori estaba loco o era un asesino en serie! Si eso es así ¿qué era lo que él buscaba? ¿Satisfacer sus instintos de asesino, impresionar al gallinero? Desde un punto de vista político, esas matanzas eran completamente improductivas. Fujimori tiene defectos, desde luego, pero no se lo puede acusar de carecer de inteligencia.

 

Por otra parte, el colmo es que el tribunal no le reconoció a Fujimori ninguna circunstancia atenuante. Es decir, Fujimori actuó fuera del tiempo y del espacio. ¿En esa época, Perú no estaba acaso al fondo del abismo y en pleno caos, gracias a la herencia que le había legado Alan García, de nuevo presidente del Perú a pesar de su desastrosa e irresponsable gestión en su primer mandato (1985-90)? ¿Acaso los atentados terroristas, los carros-bomba, no eran diarios? ¿Los cortes de electricidad causados por los sabotajes a las torres de alta tensión no eran permanentes? ¿Acaso se podía salir de noche? ¿Alguien sabía si volvería a ver a sus seres queridos al final de la jornada de trabajo? ¿La inflación no era delirante? ¿La escasez de los productos de primera necesidad no era permanente? ¿No se destruía el aparato productivo? ¿Perú no estaba al margen de las naciones y tampoco tenía derecho al crédito externo? No, nada de esto existió, según los jueces. ¡Fujimori era un extraterrestre, un tipo sediento de sangre, una especie de Drácula! Las capas populares, las que tuvieron que sufrir más las salvajadas de SL, reconocen, en una muy amplia mayoría, que él fue quien salvó al país, que él fue quien le permitió a la gente encontrar una vida normal, si se puede hablar de vida normal en un país tan pobre como el Perú. Todo eso para los jueces (¿qué hacían ellos en esa época?) no existió. ¿Magistrados imparciales?

 

Los que aplauden esta condena no dejan de repetir que los magistrados tuvieron todo el tiempo un comportamiento exento de reproches. Eso es, obviamente, muy discutible. La hostilidad que mostraba el rostro del presidente del tribunal, César San Martín, lo traicionaba y dejaba ver que él saciaba una venganza personal. En 1993, en el marco de una operación de depuración del aparato judicial peruano, corroído por la corrupción endémica, él había sido excluido de la magistratura.

 

Tal vez eso fue un error. En todo caso, él había encontrado en el juicio la oportunidad de vengarse. Uno de sus asesores tiene, por su parte, un pasado de simpatizante de izquierda. La izquierda es visceral e irracionalmente anti- Fujimori, por razones demasiado largas para explicar aquí. Uno de los índices de la falta de imparcialidad es la ausencia de reconocimiento de las circunstancias atenuantes.

 

Pero el colmo de los colmos, es que los jueces afirmaron que las víctimas de esas dos matanzas no tenían nada que ver con el terrorismo. Entonces, ese considerando significa implícitamente que Fujimori perpetró asesinatos gratuitos, que ni siquiera se inscribían en la estrategia de guerra sucia que ellos mismos le reprochan. También afirmaron que esas matanzas eran crímenes de lesa humanidad. Sin duda, cuando se cruza tal frontera, ya no hay razón para detenerse.

 

Esa condena es como si en 1969, después de su renuncia, se hubiera llevado a Charles de Gaulle ante un tribunal especial (el tribunal que pronunció este veredicto es un tribunal especial) y se lo hubiera declarado culpable de las exacciones, torturas y ejecuciones extrajudiciales practicados en Argelia entre 1958-1962.

 

Este proceso de Fujimori revela la inconsistencia, la irresponsabilidad, el infantilismo, la frivolidad, de una parte de las clases dominantes peruanas, algunos de cuyos miembros se creen parte de una aristocracia descendente de los conquistadores o virreyes españoles.

 

Sendero Luminoso no ha sido destruido totalmente, ha hecho una alianza con grupos narcotraficantes. Sus grupos armados operan en una zona de cultivos de coca a 400 km al este de Lima. La sentencia a Fujimori le abre una puerta enorme a SL para que pase a la ofensiva. ¿Quién se atreverá de ahora en adelante a oponerse militarmente a Sendero si la “recompensa” será 25 años de prisión, 25 años que corresponden en realidad a una condena a muerte lenta en vista la edad del condenado? Fujimori interpuso el recurso de apelación. Recurso que no fue admitido.

 

Para resumir, esta condena pone una línea de igualdad entre Abimael Guzmán, jefe terrorista, y Alberto Fujimori, el presidente que lo venció y que, en consecuencia, salvó al Perú de una pesadilla, de una especie de nazismo rojo.

 

Así pues, según el fallo, nada ocurrió en el Perú entre 1980 y 1990 por un lado y entre 1990 y 2000, por el otro. Todo ha vuelto a ser de nuevo como antes. Nada ha ocurrido en Perú, repito. Salvo que un “chino de mierda”, asesino en serie sin móvil conocido, está en prisión. Circulen señores, no hay nada que ver.


Por: Ricardo Uztarroz

Periodista y escritor, ex director de la agencia de noticias France Presse (AFP) en LIMA PERU

domingo, 5 de marzo de 2023

DEL AMOR AL ODIO HAY UN PASO

El Premier Alberto Otárola afirmó que no estaba al tanto si militares tenían autorización para usar armas de fuego durante protestas. Puede ser que sea cierto, pero esto demostraría su falta de ascendencia sobre los ministros y, aun así, tendría que haber asumido la responsabilidad política. No por el ejercicio legítimo de la fuerza ante actos de violencia contra las fuerzas del orden e instalaciones públicas, sino por su nivel de desinformación respecto a los hechos. En todo caso, políticamente las declaraciones del Premier lo muestran de cuerpo entero.

 

Deslindar de algo cuando no tendría razón de hacerlo es muestra de debilidad. Un comandante nunca abandona a su tropa, cosa contraria a lo que hacen algunos políticos. Es cuestión de dignidad y respeto. El uso de fuerza legítima es inherente al poder político.

 

Qué es mejor para el gobernante (príncipe), ser querido o ser temido por el pueblo, se preguntaba Maquiavelo. Si es temido el pueblo tendrá miedo de comportarse mal y si es amado fácilmente podrá ser traicionado, afirma Maquiavelo en su obra El Príncipe.

 

El gobernante debe ser amado por su pueblo (legitimidad moral), pero a la vez debe tener el valor de hacer uso legítimo de la fuerza cuando alguien rompe el orden afectando a la sociedad en su conjunto. Dina Boluarte y Alberto Otárola equivocadamente solo buscan ser amados por un pueblo que los descalifica.

 

Buscan la gracia del pueblo sin hacer uso legítimo de la fuerza por temor. Pero no por temor al pueblo, sino a un grupo de ONGs pro derechos humanos y sectores progresistas denominados “caviares”. Un grupo que por casi tres décadas ha copado el Estado a través de puestos claves y consultorías, operando políticamente, lucrando y gobernado tras bambalinas.

 

Durante todo este tiempo, con el poder mediático de un sector de la prensa, ONGs, pro derechos humanos y operadores del derecho enquistados en la administración de justicia, han hecho del chantaje y la extorsión política, su mejor arma para controlar el poder político.

 

Cierto es que se ha empezado a desparasitar el Estado de estos personajes mediáticos que han logrado trastocar nuestro sistema democrático y la historia del Perú; así como nuestro sistema de valores, llegando a corromper la mente de nuestros niños. Pero dichos esfuerzos son tibios y no avanzan con la debida celeridad. El gran error de los demócratas que antecedieron a Dina Boluarte fue precisamente no actuar con firmeza y celeridad frente a este sector político que maneja una agenda globalista.

 

El Estado tiene que aprender a defenderse de estas amenazas sin ningún temor. Dina Boluarte debe entender que mientras más tiempo permanezca con esa actitud pasiva, su legitimidad se irá deteriorando hasta que en un punto el deterioro será irreversible y tendrá que dejar el poder.

 

Y esto no significa salir a matar, sino hacer uso de la fuerza necesaria cuando la autoridad es agredida o se ve amenazada, Si una turba, que hace unos meses asesinó y quemó a un policía, pretende acorralar a uno o varios miembros de las fuerzas del orden, se tendrá que hacer uso de la fuerza letal, como ocurre en cualquier parte del mundo civilizado, inclusive en países socialistas.

 

Para que ello ocurra se necesita autoridades con “A” mayúscula, que respalden a las fuerzas del orden y no pusilánimes que por temor a un titular están dispuestos a mandar al cadalso a un policía o militar que actúa en defensa de su integridad, la de sus compañeros y de la ciudadanía.

 

La ciudadanía no va a permitir que se repita la historia en la cual policías y militares que lucharon en defensa de todos los peruanos contra las sectas terroristas, terminen siendo procesados judicialmente por jueces y fiscales que se arrodillan ante el poder mediático.

 

Hoy el gobierno tiene el favor democrático de la mayor parte del país, pero del amor al odio hay un paso. No deben esperar que el odio se extienda a todo el país.


Fernando Zambrano Ortiz

Analista Político


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domingo, 26 de febrero de 2023

SALVO MEJOR PARECER

 

 Esta es la primera fotografía política que hemos visto ante un potencial escenario de elecciones adelantadas. El escenario político en el país volverá a ser el de antaño, con partidos políticos tradicionales de izquierda y de centro. Retornaremos al debate ideológico que va más allá de alaridos de coyuntura.

 

Como bien lo señala Fernando Vivas en su columna, y lo dejó claro Keiko Fujimori al referirse a una alianza entre la extrema izquierda y la extrema derecha para bloquear el adelanto de elecciones, Fuerza Popular es un partido de centro. Precisamente el mismo espacio político que históricamente ocupa el Partido Aprista Peruano, pero más tirado hacia la izquierda. Una especie de centro izquierda a la que denominan izquierda democrática.

En el extremo izquierdo se ubica la denominada izquierda progresista o caviar, representada en los últimos años por el Partido Morado. Unos pasos más a la izquierda, los que denominamos históricamente izquierda tradicional, cuyo liderazgo lo ha venido asumiendo Verónika Mendoza y Juntos por el Perú.  Finalmente, la extrema izquierda estaría representada por Perú Libre y el líder etnocacerista Antauro Humala.

En el otro extremo encontramos a los novísimos sectores de derecha, que se dividen en la derecha tradicional y la extrema derecha, representados por Renovación Popular y Avanza País. Estos sectores por primera vez ganaron relevancia en las últimas elecciones generales, con las posiciones extremistas de su más ferviente representante, Rafael López de Aliaga y de los noveles congresistas de Avanza País.

Hasta aquí todo estaba en su lugar. Sin embargo, luego de las declaraciones de Keiko Fujimori referidas a posiciones de la extrema derecha y la extrema izquierda en torno a un eventual adelanto de elecciones, representantes de los extremos políticos han comenzado a reacomodarse en el hoy codiciado centro.

Pero esto no es tan sencillo, la extrema derecha y derecha han sido identificadas por sus actos y proclamas en dicho espacio político. Un repentino cambio de giro no funciona, más aún cuando existe desconcierto en sus seguidores, autoproclamados de derecha.

Que líderes políticos autoproclamados de derecha, hoy se reacomoden pretendiendo definirse como social cristianos - espacio ocupado históricamente por el Partido Popular Cristiano - difícilmente será digerido por el electorado.

Por su parte, el sector progresista (izquierda caviar) convenientemente también pretende correrse al centro del espectro político. Al igual que en el caso de la derecha, esa nueva autodefinición no hará cambiar su imagen frente al elector.

El caso del hoy congresista Gral. Chiabra es un caso aparte. Está siguiendo la misma estrategia equivocada que siguió PPK en algún momento y Rafael López Aliaga luego, de coquetear con sectores de izquierda progresista con el propósito de enfrentar a Keiko Fujimori y tener el favor de esos sectores de izquierda.

En un escenario de elecciones adelantadas deben entender que no estará Keiko Fujimori, así que por más disfraces que se coloque esa estrategia no le resultará. Es evidente que Chiabra no volvería a postular por Alianza por el Progreso y su neo nato partido aún tiene para rato. Así las cosas, en mi concepto se trata de un militar de derecha con ropa de camuflaje caviar.

Queda claro que el centro es el punto de atracción política hoy en día, como lo fue ayer y siempre en el Perú. Lo más probable es que aparezcan nuevos partidos con la misma pretensión de centro, los que desplazarán a los neo partidos de derecha e izquierda progresista.

Así las cosas, el escenario político en el país volverá a ser el de antaño, con partidos políticos tradicionales de izquierda y de centro. Retornaremos al debate ideológico que va más allá de alaridos de coyuntura. Los sectores de derecha, extrema derecha e izquierda progresista entrarían en un proceso de desintegración. El tablero político se reposiciona y recupera espacios políticos perdidos, en beneficio del sistema político.

Salvo mejor parecer u opinión en contrario.

 

Fernando Zambrano Ortiz

@ferblog

lunes, 6 de febrero de 2023

AL FINAL DEL TUNEL

 

AL FINAL DEL TUNEL

 Fernando Zambrano Ortiz

Analista Político

Luego del tremendo revuelo que ha ocasionado la posibilidad, hasta ahora trunca, de adelantar las elecciones previstas para el 2026, han comenzado a aparecer potenciales candidatos presidenciales. En todos los casos se trata de actos de autoproclamación, pues ningún partido ha anunciado una candidatura oficial, más bien alguno ha anunciado que no asumirá candidatura presidencial.  

A ver, seamos claros, Keiko Fujimori ha anunciado y reiterado en diversas oportunidades que no será candidata ante la eventualidad de elecciones adelantadas. Habrá que esperar para conocer quién asumirá la responsabilidad en una eventual elección adelantada.

Es claro que el caudal electoral de Fuerza Popular es alto y lo ha colocado como la primera fuerza política del país. En tres elecciones ha llegado a segunda vuelta, solo con sus votos. En segunda vuelta se acumulan votos de diversas agrupaciones políticas, por lo que no se puede medir el voto duro de una organización política tomando en cuenta los votos obtenidos en segunda vuelta.

Rafael López Aliaga, líder de Renovación Popular y Alcalde de la Municipalidad Metropolitana de Lima, no va a postular abandonando la alcaldía pues sabe que sería su Waterloo. Se conoce que anda en busca de candidato y ha trascendido que habría tentado a Carlos Añaños. Entretanto, los congresistas Montoya y Muñante, el segundo autoproclamado candidato, vienen haciendo una campaña de bajo perfil para asumir la candidatura presidencial.

Por su parte Hernando De Soto, ex líder de Avanza País, es un buen relacionista público, pero ha demostrado que sería una coladera para rojos y caviares. Ha deslizado su interés de volver a asumir una candidatura, pero anda a la deriva pues ya no cuenta con partido político.

Avanza País anda descabezado, sin líder visible. En su bancada los congresistas Alejandro Cavero y Adriana Tudela, están en modo “barra brava”, golpeando a ciegas como en fiesta infantil con piñata, lo que demuestra su absoluta ignorancia de las artes de la política. Pretenden también autoproclamarse como candidatos, pero aún andan en pañales.

En cuanto a Jorge Montoya (Renovación Popular) y Roberto Chiabra (Alianza para el Progreso), dos congresistas que son miembros de las FF.AA. en situación de retiro, la historia y sus posiciones políticas nos vuelven a demostrar que los militares no están preparados para gobernar. Entre otras cosas, porque no tienen formación política.

Otro personaje que se empieza a poner en vitrina es Jorge Nieto Montesinos, ex ministro de PPK y uno de los más conspicuos representantes del progresismo. En este caso sería como pasar adelante de la vidriera a quienes desde la oscuridad han gobernado durante las últimas décadas y son los culpables de mucho de lo q estamos pasando, me refiero a los “caviares”.

Es una lástima que sigamos buscando candidatos y no partidos políticos serios. No de esos que aparecen en cada elección, sin ninguna ideología que amalgame a su colectividad política y carentes de liderazgo. En cualquier país civilizado la ciudadanía tiene claro el partido político que se identifica con sus ideales y principios y luego evalúa al candidato.

En el Perú, lamentablemente, cada cinco años vemos como candidatos se autoproclaman y luego constituyen una “marca política” efímera, que solo les sirve para saciar sus apetitos políticos. O, lo que es peor, en el máximum de la degradación política, se ofrecen públicamente al mejor postor político.

Aquellos que crean “marcas políticas” para su postulación, luego de la elección abandonan a sus seudo partidos, los mismos que quedan a la deriva, como ocurre con los depósitos de combustible de los cohetes luego de salir de la órbita terrestre.

Finalmente, en el Congreso se vuelve a levantar la posibilidad de adelanto de elecciones, a propósito de una comunicación del Bloque Magisterial a través de la cual solicita al Presidente del Congreso que el Pleno decida si se vuelve a debatir el tema.

Definitivamente los demócratas aún no vemos la luz al final del túnel.


lunes, 30 de enero de 2023

NO ES LA PALABRA LA QUE CONVENCE

 

NO ES LA PALABRA LA QUE CONVENCE

A propósito de la crisis política

 

Fernando Zambrano

Analista Político

 

No es que falte inteligencia. La hay, tanto policial como militar. De lo que adolece el gobierno es de decisión política firme para enfrentar la crisis. Para entender que la lucha no se limita a un grupo de vándalos, sino que enfrentamos a una organización criminal internacional, el Foro de Sao Paulo.

 

Esta crisis hay que enfrentarla en todos los frentes. En el frente externo es necesario señalar directamente por todos los medios y en todos los foros la calidad de organización criminal de una red regional con afinidad ideológica, dedicada a romper el orden democrático en nuestra Región para tomar el poder.

 

Para tal fin, esta organización criminal, que opera bajo la dirección del Partido Comunista de Cuba, se mueve en los países de la Región infiltrando miembros de sus servicios de inteligencia. En su accionar no duda en pactar con azuzadores profesiones y hasta con organizaciones terroristas y filo terroristas. Envían como carne de cañón a pobladores inocentes que creen que la lucha es por sus justas reivindicaciones.

 

Como lo señalé oportunamente, la gran debilidad del Estado siempre ha sido su casi nula capacidad de comunicación en el frente externo ante escenarios de crisis. No bastan comunicaciones protocolares, se necesita un grupo de notables que comunique con solidez la situación del país.

 

Me pregunto si ya se pusieron en contacto con nuestro Nobel Mario Vargas Llosa, por ejemplo, para que se pronuncie sobre la crisis en Perú y la indebida injerencia extranjera de presidentes del Foro de Sao Paulo.

 

La ministra de Relaciones Exteriores debe entender que no es la palabra la que convence, sino el acento que se le pone al hablar y la acción. No puede ir a foros internacionales a leer mensajes sobre la crisis. El presidente de Uruguay dio cátedra de la posición que debemos asumir en dichos foros, sin leer una línea.

 

Por otro lado, es inexplicable que la Cancillería aún mantenga en sus puestos a embajadores políticos del reo Pedro Castillo. ¿Es que acaso piensa que éstos no están enfrascados en una activa en campaña política de desinformación en el exterior?     

 

La voz quejumbrosa de Dina Boluarte tampoco ayuda. En situaciones de crisis como la que enfrentamos, el Estado debe mostrar autoridad hasta en el discurso, sin necesidad de cerrar las puertas al diálogo. Esos “discursitos” en modo “yaraví” transmiten a la población una sensación de debilidad e indefensión por parte del Estado.

 

En el frente interno la percepción de la ciudadanía es de indefensión. Es una sensación de anarquía absoluta. Y es que el gobierno, tanto en el mensaje como en la acción, se muestra débil y casi a punto de la rendición. Esto es muy peligroso. Podemos estar ingresando a un escenario en que la ciudadanía tome en sus manos su propia seguridad.

 

Entretanto operadores y serviles felipillos de la izquierda criolla, cual aves de carroña, se alimentan políticamente de la muerte de inocentes pobladores a los que envían a atacar a las fuerzas del orden. Son tan desgraciados, que si no se producen las muertes que buscan, envían a sus esbirros a asesinar inocentes entre el tumulto de las marchas. Lo hicieron con Inti y Bryan y hoy lo vuelven a hacer, tal como se aprecia en algunos de los videos grabados por las cámaras de seguridad de la Municipalidad de Lima.      

 

Si Dina Boluarte no toma decisiones de inmediato y la Fiscalía de la Nación no despierta del letargo en que se encuentra y dispone la captura de los azuzadores nacionales y extranjeros, debidamente identificados por nuestros servicios de inteligencia, este gobierno perderá todo apoyo.

 

 

PERÚ : CUATRO ESCENARIOS POLÍTICOS


 

ENTRE REVUELTAS Y PEDRADAS


 

INFORME DE COYUNTURA : ECONOMÍA Y CONSTITUCIÓN


 

INFORME DE COYUNTURA


 

SOLO LOS IDIOTAS NO CAMBIAN

 

SOLO LOS IDIOTAS NO CAMBIAN

 Fernando Zambrano

Analista Político

 

Déjense de estupideces. Los políticos saben que no existe ninguna posibilidad de hacer reformas electorales mayores. Me refiero a aquellas como la reelección parlamentaria, la bicameralidad, etc., pues requieren de ochenta y siete votos a favor y ratificación. Entiendo que quienes desean volver a postular tienen la legítima aspiración de volver a postular al mismo cargo o a un eventual Senado, pero, pisen tierra, eso no ocurrirá en este Congreso. No hay votos, entiendan.

A lo más se podrían realizar reformas de orden legal que no requieren de ochenta y siete votos o referéndum alguno. Por ejemplo, que se vuelva a entregar a las FFAA copia de las actas y planillones de electores, así como los votos emitidos en físico y el registro de votos electrónicos. O que la votación solo sea física, dejando de lado el cuestionado voto electrónico; dejar sin efecto las primarias, que a mi modo de ver es una estupidez. Estas y otras reformas legales no requieren reforma constitucional y hay votos suficientes para su aprobación.

Las primarias son una mala copia de un modelo como el norteamericano que solo tiene dos partidos y que en nuestro caso no sirve para nada. Ideal hubiera sido deshacer todos estos mecanismos electorales traficados por los “caviares” para debilitar el sistema de partidos políticos y nuestra democracia representativa. Su propósito siempre fue y será el mismo, mangonear la política desde la calle dejando de lado a los partidos políticos.

Así las cosas, que el adelanto de las elecciones sea para el 2024 o 2023 no implica de manera alguna, que en el primer supuesto se puedan hacer todas las reformas, como arguyen quienes se oponen a elecciones 2023, mientras que si las elecciones se realizan el 2023 no se puedan hacer reformas.

Es una falacia que en la mayoría de los casos encubre un interés crematístico. No quieren perder sus remuneraciones, gratificaciones y escolaridad. No se puede argumentar falazmente que las elecciones deben ser el 2024 porque se requieren reformas.

Por otro lado, hay otro sector que se opone a las elecciones de 2023 señalando que no se podrían inscribir nuevas organizaciones políticas. ¿No les basta con tener un país con más de dos docenas de partidos políticos y cientos de movimientos regionales? Es una locura. Cómo quieren que el pueblo vote responsablemente con tantos partidos y seudo partidos sin ninguna ideología que amalgame a su colectividad política.

El caso del Partido Aprista es un caso aparte, pues es un partido histórico que perdió la inscripción, pero también es cierto que solo está a la espera de la resolución que los vuelva a inscribir. Bastaría con que en la reforma legal que se haga se precise que aquellos partidos que están tramitando su inscripción y solo están a la espera de resolución pueden participar en el proceso electoral.

Pero en este caso debe haber otra reforma. No se puede a rajatabla eliminar la inscripción de cualquier partido por no haber llegado a un mínimo de votos en la elección. Otra creación caviar para suprimir a los partidos más sólidos y contrabandear en cada elección a mini partidos, con eventuales líderes que cambian de partido – o crean uno nuevo - en cada elección como cambiarse de camiseta.

Hay otro grupo que se opone a elecciones 2023 señalando que se haría con el mismo Padrón electoral, pues no podría actualizarse. Esto se corrige con una simple reforma legal que, dicho sea de paso, el JNE ya anunció que remitirá al Congreso. Propone que RENIEC remite al JNE todos los meses la actualización del Padrón Electoral.

Finalmente, otros plantean que no se debe ceder a la presión de la calle. Realmente este argumento es increíble. Muestra una tremenda miopía política de lo que viene ocurriendo en el país. Es que acaso no ven los noticieros.

No se está cediendo ante la calle, se está dando una salida, aunque parcial, a la crisis y con ello a todos aquellos peruanos que no están en la calle, que no les interesa la política. A aquellos peruanos que su único interés es llevar el pan a sus hijos, que sus hijos vivan en paz, que no se repita la historia de terror de hace unos años. Es un paso atrás para acomodarse y defender desde nuestras trincheras nuestro país, nuestra democracia y el derecho a vivir en paz de todos los peruanos.

El sólo plantear el adelanto de elecciones al 2023 desnudo a la izquierda, que hoy luce acorralada por haber votado en contra de una supuesta exigencia del pueblo del que tanto hablan, y le arrebató una bandera política. A esto en política se denomina efecto espejo y tiene por objetivo desestabilizar y neutralizar al enemigo, que en este caso es la izquierda azuzadora desde el Congreso.

En la mitología griega Perseo derrotó a Medusa - que con sus cabellos de serpientes petrificada a todo aquel que la mirase de frente - puliendo su escudo hasta dejarlo como un espejo, para luego acercarse a ella sin observarla directamente y haciendo que Medusa solo viera su reflejo en el escudo. Una vez cerca, sacó su espada y acabó con Medusa. Esta técnica poderosa se ha utilizado en la estrategia  militar desde los tiempos de Sun-tzu y en nuestra época se utiliza en las campañas políticas.

El craso error o desinteligencia de un sector de la derecha de no aprobar las elecciones 2023 ha recolocado a Dina Boluarte, que hoy puede emplazar al Congreso con elecciones 2023, quitándole la bandera que pudo arrebatar el Congreso a la izquierda si algunos hubieran sino un poco inteligentes. Ahora el Congreso, disminuido, tiene la palabra.

Como diría Franklin Delano Roosevelt, “solo los idiotas no cambian”.