En
el Perú existe concentración de mercado en una sola empresa cervecera (96%) y las cervezas de mayor consumo son las
populares de bajo precio. Asimismo, según estimados de Euromonitor, la tercera
parte de las bebidas alcohólicas del Perú son informales de mayor grado alcohólico
y según Apoyo Consultoría en el año 2013 dicha cifra ha subido de 32% a 34%. Finalmente, quienes
están más expuesto a consumir bebidas informales de mayor grado alcohólico son los
más pobres y lo jóvenes.
Un
mercado concentrado es proclive al abuso de la posición de dominio en perjuicio
de su competencia y de los consumidores finales. La política fiscal entonces debe
estar orientada a generar competencia. Países con mercados concentrados como
Colombia, México y Chile, combaten la concentración de mercado generando
competencia con un sistema Ad Valorem,
como el que teníamos hasta mediados del año pasado.
Entretanto,
la gran cantidad de países europeos, donde no existe concentración de mercado en
un productor, sino todos compiten en igualdad de condiciones y se distribuyen
el mercado en función a calidad y tipo de cerveza, se aplica un sistema
específico, como el que equivocadamente se aplica en el Perú de manera
alternativa.
El
efecto de la competencia se puede dar por calidad o por precios. Sin embargo, en
el Perú, tratándose de cerveza cuya composición es sencilla y de un mercado
concentrado, es decir con dos o tres productores, no es eficiente una competencia
por calidad, sino una competencia por precios, como la que se vino dando hasta
mayo del año pasado.
Por
otro lado, una política fiscal eficiente debe estar orientada a atacar fiscalmente
y en mayor nivel los efectos nocivos del alcohol en licores de mayor grado
alcohólico. Pero lo que vemos es que en el modelo actual, la incidencia del
tributo sobre las cervezas es mucho mayor que el de otros licores de mayor
grado alcohólico.
Dicho
esto, es lógico concluir que si aplicas un sistema que castiga a la cerveza de
menor precio, impidiendo la competencia por precios – como está ocurriendo
desde mayo del año pasado - no sólo se agudiza el problema de concentración de
mercado, sino que se potencia la externalidad que se pretende combatir. Y esto
último, por cuanto los más proclives a caer en el alcohol ilegal de mayor grado
alcohólico son los más pobres y los más jóvenes.
Las
persona de escasos recursos (pobres y jóvenes) son las que las que consumen
cervezas más competitivas y de menor precio. Según cifras de la última Encuesta
Nacional de Hogares, dos terceras partes de lo que gastan los mas pobres en bebidas alcohólicas al año, está orientado a la adquisición de bebidas alcohólicas
ilegales de alto grado alcohólico.
Es
por ello que señalamos que el impuesto específico a la cerveza en función al litro de
alcohol, lo que estás haciendo es encarecer el producto para este sector
social, que al no tener otra opción, está profundizando su consumo de alcohol
ilegal de mayor grado alcohólico.
Lo
lógico es que el tributo esté dirigido con mayor incidencia a las cervezas o
bebidas alcohólicas de nivel Premium o
de nivel intermedio. Jamás a las cervezas de menor precio porque, como se ha
indicado, el efecto será contrario al deseado: mayor externalidad para los más
pobres y los jóvenes de nuestro país.
Y
es que lo que ocurre con un mal diseño de política fiscal aplicado a la cerveza desde mediados del año pasado, es que estamos llevando a nuestros jóvenes a bebidas alcohólicas de
mayor grado alcohólico y por tanto de mayor nocividad, y a los pobres a las
denominadas “cámaras de gas”.
El
Congreso tiene la palabra… ante la testarudez del Ministerio de Economía y
Finanzas…
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