La población española no es una población que esté en contra de la inmigración por principio, sino que en muchos casos, es la falta de información, o la errónea información que reciben, la que les hace cambiar de opinión respecto a ella.
Si hacemos caso a las declaraciones del gobierno y a los titulares de ciertos medios de comunicación, España se encuentra sometida a una presión migratoria sin precedentes, que desborda todas las posibilidades razonables de integración de los inmigrantes. Sin embargo, España registra uno de los porcentajes más bajos de inmigración en la UE con 2,7% de población extranjera, muy lejos del grupo de países de la UE con una presencia significativa de extranjeros que oscila entre el 4 y el 18% (Reino Unido, Suecia, Holanda, Francia, Bélgica, Austria, Alemania y Suiza).
La mayoría de los estudios realizados sobre el futuro de la población, tanto en España, como en la UE, indican que el futuro envejecimiento de la población, será un lastre, que la inmigración está ayudando a suavizar.
Igualmente está ocurriendo en el mercado laboral, en que, no sólo el envejecimiento de la población, que cada vez acerca más la curva de oferta y demanda de trabajo debido a la reducción de la población activa, sino además la gran segmentación del mercado laboral que existe en España, hacen que el sistema productivo español pueda dejar de ser competitivo
Los inmigrantes no sólo van a España en busca de un mayor bienestar social, o por entrar en un país en el que creen que tendrán solucionada la vida; lo hacen también porque están huyendo de sus países, que en la mayoría de los casos son países con una extrema pobreza, y con unas continuas guerras y problemas políticos.
Los marroquíes, según un Estudio de junio de 1996, son aquellos en quienes de manera inmediata piensan los españoles cuando se habla de inmigrantes. Los ciudadanos comunitarios constituyen todavía el 45% de residentes extranjeros en España; mientras que entre los no comunitarios, los marroquíes son el grupo más numeroso (505,400), seguidos por los ecuatorianos (491,800) y los colombianos (268,900).
Los únicos modos a través de los cuales el inmigrante puede acceder a la residencia legal en España son el contingente (consiste en una cifra que los empresarios deben valorar con un año de antelación acerca de los puestos de trabajo que previsiblemente no podrán cubrir con mano de obra española) , el permiso de trabajo y residencia, o las regularizaciones extraordinarias.
Desde el año 2004 el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) del Perú recibe las solicitudes de ofertas de vacantes de puestos de trabajo de empresas españolas, a través de la Consejería de Trabajo y Asuntos Sociales de la Embajada de España en el Perú, bajo la modalidad de Contingente. Por otro lado, los expertos elogian la buena formación profesional con la que llegan los latinoamericanos.
España tendría que tratar de imitar los aspectos positivos de las políticas de inmigración que siguen algunos países, como son, los sistemas de regularización permanentes, la buena gestión y adjudicación de las ofertas de empleo, lucha por la agilización burocrática, cursos de adaptación a la cultura e idioma, descentralización de algunas funciones a los organismos locales, etc.
Todos los países de la UE deberían intentar converger a un punto común, ya que la diversidad que hay en las políticas de inmigración adoptadas por los distintos países es la que hace imposible una política y normativa comunitaria. El factor más importante de atracción migratoria es el fuerte desarrollo económico que ha presentado España desde 1993.
Se han repetido las regularizaciones supuestamente "extraordinarias" de los inmigrantes ilegales: se han realizado seis desde 1985, tres realizadas por gobiernos socialistas (la última en la primavera del 2005) y tres por los gobiernos conservadores del PP. A esto hay que añadir una cierta benevolencia legal que permite la reagrupación familiar y permite, a medio plazo, la nacionalización.
Además, la cobertura médica y la escolarización están garantizadas de manera gratuita para los extranjeros residentes en el país, estén o no en situación regular. La identidad cultural y lingüística con Hispanoamérica, de donde proceden el 36,21% de los extranjeros que había en España en el 2006, es un importante factor de atracción para este colectivo.
Otro factor de atracción es la suavidad del clima y la atracción por el modo de vida. El 21,06% de los extranjeros que hay en España proceden de Europa Occidental, concentrándose en las provincias insulares y en las de Alicante y Málaga.
La consecuencia más llamativa de la inmigración en España ha sido el aumento de la población: así, entre 1998 y 2005 España había crecido en 4.255.880 habitantes, lo que representa un crecimiento del 10,68% de la población en 7 años, crecimiento muy alto para un país occidental.
Además, la mayor tasa de natalidad de la población inmigrante es la principal causa del repunte de la fecundidad que se ha producido en el país, pasando de una tasa bruta de natalidad del 9,19‰ al 10,73‰ entre 1998 y 2005. En 2005, el 15,02% de los nacimientos registrados en España fueron obra de mujeres de nacionalidad extranjera.
Por otro lado, como la mayor parte de la población que inmigra suele tener entre 25 y 35 años, el crecimiento es mayor en este grupo de edades y en consecuencia se rejuvenece la población española.
La importante llegada de población inmigrante en edad de trabajar ha repercutido favorablemente en el total de afiliaciones a la Seguridad Social, hasta el punto que cerca de un 45% de las altas registradas entre el 2001 y 2005 correspondieron a trabajadores foráneos. Además, el aumento de la población laboral ha comportado un incremento de la recaudación asociada a la imposición del trabajo (principalmente por la vía de las cotizaciones sociales), aunque no hay que olvidar que este colectivo es también beneficiario de las prestaciones (sanitarias, desempleo, asistenciales...) reconocidas a la población general.
Sin embargo, el bajo porcentaje de su población dependiente (de menos de 15 años y de más de 65 años, que es del 18,98% para el colectivo extranjero pero del 30,83% para la población general) hace que aporten de manera neta a la caja del Estado más que la población nacional.
Por otra parte, dado que el empleo extranjero se ha concentrado principalmente en sectores donde la oferta de mano de obra nacional resulta escasa (construcción, hogar, hostelería, agricultura...), la inmigración ha contribuido a suavizar la rigidez de esta oferta, limitando la aparición de tensiones inflacionistas.
1 comentario:
holas..interesantes todos tus articulos, estoy leyendolos poco a poco. VErás, quisiera saber si puedo comunicarme contigo via mail ya que tengo una consultas y peticion que hacerte referente a un articulo tuyo referente a los costos de la delincuencia. si fueras tan amable, mi correo es dnakasone@gmail.com
desde ya muchas gracias
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