En el Perú se considera microempresa a aquella que no cuenta con más de 10 trabajadores y sus ventas no superan los 510 mil nuevos soles anuales; mientras que se considera pequeña empresa a aquella que no tiene más de 50 trabajadores y sus ingresos anuales no superan 2 millones 890 mil nuevos soles.
Según información tributaria, existen 622 mil 209 microempresas formales y 1 millón 855 mil 75 informales. En lo que se refiere a la mricroempresa, el 75% se encuentra trabajando de manera informal.
Sin embargo, pese al alto nivel de informalidad, las micro y pequeñas empresas participan con el 42% del Producto Bruto Interno, representan el 98% de las empresas del país y contratan al 60% de los trabajadores.
En el año 2004 más de 3 mil 500 micro y pequeñas empresas exportaron sus productos y sus ventas superaron los 270 millones de dólares. Este sector empresarial generalmente produce por encargo de medianas y grandes empresas exportadoras, las que a su vez, al tercerizar sus pedidos, disminuyen sus costos de producción.
No cabe duda que para las empresas exportadoras medianas y grandes la micro y pequeña empresa informal es un mal necesario, pues al operar dentro de la informalidad, pueden maniobrar con amplio margen sus costos de producción y comercialización, lo que les facilita la competitividad en el mercado externo.
La concentración de más del 50% de la micro y pequeña empresa formal en Lima y Callao, nos confirma que el mundo de las micro y pequeñas empresas son el canal ideal para la tercerización de las empresas exportadoras capitalinas.
En el aspecto laboral, existen más de 7 millones de personas que trabajan para la micro y pequeña empresa; sin embargo, el 92% de los trabajadores de la microempresa y el 40% de la pequeña empresa son informales.
En lo que a remuneraciones se refiere, mientras el ingreso promedio mensual de un trabajador de una empresa formal que cuenta con 5 a 9 trabajadores es de 1,080.05, en una empresa informal - de las mismas características - el ingreso mensual promedio es de apenas 251.3 nuevos soles.
Definitivamente las micro y pequeñas empresas tienen ventajas competitivas respecto de la mediana y gran empresa, como es su flexibilidad - que les permite asimilar y adaptarse con rapidez al ambiente -, por su tamaño tienen líneas de comunicación eficientes, no existen barreras jerárquicas y tienen una envidiable proximidad y relación directa con el cliente.
Por otro lado, les es más fácil planificar, sus operaciones están menos dispersas, tienen cuotas en las adquisiciones del Estado (40%), desde hace unas semanas se cuenta con el Programa Mi Empresa, en virtud del cual en una sola ventanilla realizan todos sus trámites.
Es decir, en lo que al emprendimiento privado se refiere, se cuenta con todo para que estas empresas se constituyan en el pilar del desarrollo del país y el motor en la ejecución de los beneficios del Acuerdo Comercial con los Estados Unidos (TLC); sin embargo, el Estado con su inacción se ha vuelto cómplice de la informalidad.
Estas empresas obedecen al emprendimiento de miles de peruanos que se decidieron a hacer empresa en vez de salir al extranjero en busca de mejoras económicas; sin embargo, el Estado les ofrece una serie de barreras burocráticas y desincentivos tributarios que de entrada los llevan a optar por la informalidad.
En países desarrollados, como España, el Estado ha comprendido que es necesario incentivar el crecimiento de la micro y pequeña empresa, no sólo por el hecho de que se constituyen en un motor de producción nacional, sino porque generan miles de empleos que no podrían cubrirse desde la Administración Pública y esto da bienestar a sus ciudadanos.
El Perú tiene mucho que aprender y comprender respecto a este importante sector empresarial. Nos preocupamos porque se otorguen exoneraciones tributarias a las Operaciones en Bolsa de Valores, a los ahorros, beneficios tributarios a las medianas y grandes empresas exportadoras; pero cuando se trata de un pequeño emprendimiento - que desea ser grande en un futuro próximo - se le obliga a cumplir una serie de requisitos y a tributar en peores condiciones que sus hermanos mayores: la mediana y gran empresa.
Un pequeño emprendimiento necesita de un tiempo para desarrollarse, pues no cuenta con líneas de financiamiento, no puede asumir los sobrecostos laborales de la contratación, no tiene la capacidad tributar como cualquier otra empresa.
Recuerden que la micro y pequeña empresa también tiene debilidades de carácter estructural que limitan su avance en el ámbito de las exportaciones, como es el financiero, tecnológico, capacitación, búsqueda de mercados. Estas empresas generalmente operan en base a la intuición, teniendo perspectiva de corto plazo en base a información cuantitativa, no formulan Planificación Estratégica y por tanto tienen limitada su capacidad de respuesta para evolucionar o enfrentar a la competencia.
Corresponde entonces al Estado generar un entorno más propicio para la creación de nuevos emprendimientos, mayor acceso a la tecnología y al financiamiento, solidez fiscal, libre competencia, y un entorno estable para la inversión.
Si como Estado nos decidiéramos a adoptar medidas extraordinarias, pensando en grandes objetivos de mediano y largo plazo y no con una visión miope del costo inmediato que tendrían para el Erario Nacional; podríamos crear en el país una cultura de emprendimiento que nos coloque en una posición de vanguardia en la región, y generar un pilar de sostenimiento fiscal que no dependa del precio de los metales u otros fenómenos que son de naturaleza coyuntural.
El costo, por ejemplo, de una exoneración tributaria por 5 años – tiempo que requiere un pequeño emprendimiento para despegar - y el levantamiento de barreras burocráticas importantes (licencias municipales, autorizaciones de los Sectores, etc), resulta insignificante frente al beneficio que podríamos tener en dicho plazo para el país.
Sólo en lo que se refiere a formalización y la generación de negocios internacionales a través de los Acuerdos Comerciales suscritos por el país, podríamos tener una ventaja importante.
El Presidente de la República es el llamado a liderar la adopción y ejecución de las políticas públicas en materia de pequeños emprendimientos, en el entendido que los emprendimientos se premian, no se castigan.
Según información tributaria, existen 622 mil 209 microempresas formales y 1 millón 855 mil 75 informales. En lo que se refiere a la mricroempresa, el 75% se encuentra trabajando de manera informal.
Sin embargo, pese al alto nivel de informalidad, las micro y pequeñas empresas participan con el 42% del Producto Bruto Interno, representan el 98% de las empresas del país y contratan al 60% de los trabajadores.
En el año 2004 más de 3 mil 500 micro y pequeñas empresas exportaron sus productos y sus ventas superaron los 270 millones de dólares. Este sector empresarial generalmente produce por encargo de medianas y grandes empresas exportadoras, las que a su vez, al tercerizar sus pedidos, disminuyen sus costos de producción.
No cabe duda que para las empresas exportadoras medianas y grandes la micro y pequeña empresa informal es un mal necesario, pues al operar dentro de la informalidad, pueden maniobrar con amplio margen sus costos de producción y comercialización, lo que les facilita la competitividad en el mercado externo.
La concentración de más del 50% de la micro y pequeña empresa formal en Lima y Callao, nos confirma que el mundo de las micro y pequeñas empresas son el canal ideal para la tercerización de las empresas exportadoras capitalinas.
En el aspecto laboral, existen más de 7 millones de personas que trabajan para la micro y pequeña empresa; sin embargo, el 92% de los trabajadores de la microempresa y el 40% de la pequeña empresa son informales.
En lo que a remuneraciones se refiere, mientras el ingreso promedio mensual de un trabajador de una empresa formal que cuenta con 5 a 9 trabajadores es de 1,080.05, en una empresa informal - de las mismas características - el ingreso mensual promedio es de apenas 251.3 nuevos soles.
Definitivamente las micro y pequeñas empresas tienen ventajas competitivas respecto de la mediana y gran empresa, como es su flexibilidad - que les permite asimilar y adaptarse con rapidez al ambiente -, por su tamaño tienen líneas de comunicación eficientes, no existen barreras jerárquicas y tienen una envidiable proximidad y relación directa con el cliente.
Por otro lado, les es más fácil planificar, sus operaciones están menos dispersas, tienen cuotas en las adquisiciones del Estado (40%), desde hace unas semanas se cuenta con el Programa Mi Empresa, en virtud del cual en una sola ventanilla realizan todos sus trámites.
Es decir, en lo que al emprendimiento privado se refiere, se cuenta con todo para que estas empresas se constituyan en el pilar del desarrollo del país y el motor en la ejecución de los beneficios del Acuerdo Comercial con los Estados Unidos (TLC); sin embargo, el Estado con su inacción se ha vuelto cómplice de la informalidad.
Estas empresas obedecen al emprendimiento de miles de peruanos que se decidieron a hacer empresa en vez de salir al extranjero en busca de mejoras económicas; sin embargo, el Estado les ofrece una serie de barreras burocráticas y desincentivos tributarios que de entrada los llevan a optar por la informalidad.
En países desarrollados, como España, el Estado ha comprendido que es necesario incentivar el crecimiento de la micro y pequeña empresa, no sólo por el hecho de que se constituyen en un motor de producción nacional, sino porque generan miles de empleos que no podrían cubrirse desde la Administración Pública y esto da bienestar a sus ciudadanos.
El Perú tiene mucho que aprender y comprender respecto a este importante sector empresarial. Nos preocupamos porque se otorguen exoneraciones tributarias a las Operaciones en Bolsa de Valores, a los ahorros, beneficios tributarios a las medianas y grandes empresas exportadoras; pero cuando se trata de un pequeño emprendimiento - que desea ser grande en un futuro próximo - se le obliga a cumplir una serie de requisitos y a tributar en peores condiciones que sus hermanos mayores: la mediana y gran empresa.
Un pequeño emprendimiento necesita de un tiempo para desarrollarse, pues no cuenta con líneas de financiamiento, no puede asumir los sobrecostos laborales de la contratación, no tiene la capacidad tributar como cualquier otra empresa.
Recuerden que la micro y pequeña empresa también tiene debilidades de carácter estructural que limitan su avance en el ámbito de las exportaciones, como es el financiero, tecnológico, capacitación, búsqueda de mercados. Estas empresas generalmente operan en base a la intuición, teniendo perspectiva de corto plazo en base a información cuantitativa, no formulan Planificación Estratégica y por tanto tienen limitada su capacidad de respuesta para evolucionar o enfrentar a la competencia.
Corresponde entonces al Estado generar un entorno más propicio para la creación de nuevos emprendimientos, mayor acceso a la tecnología y al financiamiento, solidez fiscal, libre competencia, y un entorno estable para la inversión.
Si como Estado nos decidiéramos a adoptar medidas extraordinarias, pensando en grandes objetivos de mediano y largo plazo y no con una visión miope del costo inmediato que tendrían para el Erario Nacional; podríamos crear en el país una cultura de emprendimiento que nos coloque en una posición de vanguardia en la región, y generar un pilar de sostenimiento fiscal que no dependa del precio de los metales u otros fenómenos que son de naturaleza coyuntural.
El costo, por ejemplo, de una exoneración tributaria por 5 años – tiempo que requiere un pequeño emprendimiento para despegar - y el levantamiento de barreras burocráticas importantes (licencias municipales, autorizaciones de los Sectores, etc), resulta insignificante frente al beneficio que podríamos tener en dicho plazo para el país.
Sólo en lo que se refiere a formalización y la generación de negocios internacionales a través de los Acuerdos Comerciales suscritos por el país, podríamos tener una ventaja importante.
El Presidente de la República es el llamado a liderar la adopción y ejecución de las políticas públicas en materia de pequeños emprendimientos, en el entendido que los emprendimientos se premian, no se castigan.
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