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miércoles, 5 de febrero de 2025


EL MUNDO VUELVE A SU ÓRBITA.

 

En un contexto global donde las ideologías se enfrentan y los valores se redefinen, la figura de Donald Trump ha emergido como un baluarte decidido a desafiar lo que él llama la "subcultura woke".

 

Este movimiento, que muchos asocian con el progresismo radical, comúnmente llamado “caviar” en el Perú, ha encontrado en su administración un obstáculo significativo.

 

Al suprimir el apoyo estatal encubierto de USAID a organizaciones no gubernamentales (ONG) de izquierda, Trump ha puesto en jaque a aquellas entidades que, en su búsqueda por transformar el mundo, han promovido antivalores.

 

Las Organizaciones no gubernamentales que alguna vez disfrutaron de un flujo constante de financiamiento externo ahora se encuentran en una encrucijada. Sin los millones de dólares que antes recibían, muchas han visto cómo su influencia se desmorona. Según información de la Agencia Peruana de Cooperación Internacional – APCI - solo entre el año 2017 y 2021, cerca de 500 ONG’s recibieron financiamiento externo por US$ 751'900,308

 

Este cambio no solo afecta a las organizaciones, sino también a los países que han abrazado el socialismo y sus ideologías afines. Canadá, México y Colombia son solo algunos ejemplos de naciones que sienten el impacto de estas decisiones en su comercio y política interna, obligándolas a reconsiderar sus posturas ideológicas para poder sobrevivir en un entorno cada vez más hostil.

 

No obstante, la situación se torna aún más complicada. Han salido a la luz prácticas controvertidas en las que USAID ha financiado proyectos que promueven agendas LGTB, la mutilación de menores y otros temas asociados con lo que se denomina la "agenda caviar".

 

Una alta funcionaria del gobierno de Estados Unidos ha revelado que, entre otras iniciativas, USAID destinó 32 mil dólares a la creación de un cómic transgénero en Perú. Este contrato fue otorgado a la Comisión de Intercambio Educativo entre Perú y EE.UU., y se llevó a cabo a través de la Embajada de Estados Unidos en Lima, contando con el respaldo del Departamento de Estado.

 

Esta imposición ideológica se ha infiltrado en la educación y en las estructuras gubernamentales, buscando socavar los valores tradicionales que han sustentado a las sociedades durante generaciones.

 

La lucha por mantener la integridad de estos valores se intensifica a medida que los medios de comunicación también son expuestos por su papel en la difusión de esta agenda, revelando financiamientos externos que buscan moldear la opinión pública.

 

En el ámbito electoral, el panorama es igualmente preocupante. Existen indicios de manipulación en procesos electorales que han llevado al poder a líderes socialistas débiles, respaldados por un dinero mal habido.

 

Las denuncias sobre financiamiento encubierto para capacitar organismos electorales apuntan a una estrategia sistemática para eliminar cualquier opción política alejada de esta ideología woke La sombra del fraude electoral se cierne sobre Latinoamérica y otras regiones del mundo, amenazando con desestabilizar aún más la confianza en los procesos democráticos.

 

A medida que observamos este resurgimiento de valores tradicionales y el rechazo a las ideologías progresistas impuestas, es evidente que el mundo está comenzando a volver a su órbita. Sin embargo, este proceso es aún incipiente y enfrenta grandes desafíos.

 

Uno de los frentes más preocupantes es la infiltración en instituciones fundamentales como la iglesia católica, que históricamente ha sido un bastión de valores éticos y morales. La lucha por recuperar estos espacios es crucial para asegurar un futuro donde los principios tradicionales puedan coexistir con las nuevas realidades sociales.

 

En conclusión, mientras el mundo parece estar recuperando su rumbo, es fundamental seguir vigilantes ante las amenazas que persisten.

 

La defensa de nuestros valores no solo es una cuestión política; es una lucha cultural y espiritual que requiere la participación activa de todos aquellos comprometidos con un futuro más equilibrado y justo.

 

La historia nos enseña que cada generación debe luchar por sus principios; hoy más que nunca, esa lucha es nuestra responsabilidad colectiva.

 


 

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