Nájera es un pequeño pueblo que forma parte de la Comunidad Autónoma de La Rioja, conocida no sólo por su rica historia medieval, sino por su tradición y el reconocimiento mundial a sus viñedos. Hablar del vino de La Rioja, es sencillamente como para quedarse sin palabras. Dichosos los najerinos que mientras sus viñedos lloran, ellos beben de sus exquisitas lágrimas.
Pueblo de callejuelas pequeñas y ondeantes en las que al transitarlas te encuentras frente a una especie de ritual, en el que los efusivos saludos se cruzan interminablemente de un lado a otro. Sin lugar a dudas, es una comunidad en todo el sentido de la palabra. Pareciera que Nájera, entre “manoletas” y “verónicas”, ha logrado evadir las costumbres impersonales propias de las comunidades citadinas.
Dos puentes, uno al que la población denomina “puente antiguo” y otro de más reciente data, abrazan el río Najerillo que divide en dos al pueblo. Un extremo del río nos muestra una riqueza histórica monumental llena de tradición medieval y en la otra rivera del río el pueblo se presenta más próximo a la modernidad, aunque respetando pulcramente el diseño que hace de Nájera un pueblo de homogénea arquitectura.
Su autoridad local, una distinguida y pintoresca dama, y en la diputación otra dama que derrocha una simpatía sin igual. Por cierto, recorriendo por la tarde sus pequeñas calles a la luz de sus farolas, te puedes encontrar con la Presidenta del Senado, también hija de noble cuna Najerina, quien haciendo gala de la simpatía que caracteriza a sus pobladores, se detendrá a saludarte y ofrecerte una amena charla.
Es un pueblo en el que inclusive el recaudador y el tesorero - vapuleados históricamente por cuanto historiador o cineasta los ha atrapado entre sus líneas - hacen gala de un derroche de simpatía y personalidad sin igual, departiendo con sus visitantes en amenas veladas, en las que no faltan los famosos “pinchos” – exquisitos piqueos típicos españoles ensartados por mondadientes – y un buen vino riojano, como complemento perfecto de refrescante charla.
Una impresionante exposición medieval en el Monasterio de Santa María la Real - patrona del pueblo - te traslada a través de la historia a las épocas del Cid Campeador, descubriéndote un mundo de vírgenes, tumbas, estatuas, paraninfos, galerías, escritos y altares medievales de larga data. Entre todas estas reliquias, un retablo peruano de oro y plata con la imagen de la virgen de Copacabana que se remonta al Siglo XI, te recuerda el histórico vínculo entre Perú y España.
Por la noche del sábado, la juventud despierta y se vuelca hacía las calles que se encuentran detrás del Monasterio, donde se ubican una serie de locales de baile o sencillamente locales para escuchar música agradable para todos los gustos, tomando unos exquisitos tragos. Lugar donde puedes encontrarte - entre una muchachada que baila la música propia de su generación - con una alegre alcaldesa departiendo con sus jóvenes vecinos o a una diputada que gentilmente acompaña a un grupo de visitantes a una sana diversión nocturna Najerina.
Esto y mucho más es Nájera, cuya calidad humana de sus pobladores permanecerá en mi memoria y mi corazón por siempre.
Hasta la próxima Nájera...
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