Si bien es cierto que la progresía no suele fallar a la hora de reprochar a Estados Unidos su puritanismo, estos días la escena política de Nueva York tiene un «je ne sais quoi» sexual que rivaliza con Francia. Aunque el Hudson no es el río Sena, ni Manhattan se parece a París, tras la dimisión de Eliot Spitzer por un escándalo de prostitución de lujo, el nuevo y accidental gobernador de Nueva York ha optado por evitar futuros quebraderos de cabeza con el reconocimiento público de grietas en su fachada matrimonial.
Este lunes, David Paterson tomaba triunfalmente posesión como primer gobernador negro e invidente de Nueva York, acompañado por su sonriente esposa y dos hijos. Y al día siguiente, el político demócrata de Harlem se ha confesado en las páginas del diario «Daily News» sobre los esqueletos en su armario. Reconociendo, «oui, oui», que hace varios años sufrió una profunda crisis matrimonial y que tanto él como su mujer Michelle mantuvieron relaciones con terceros antes de reconciliarse.
Según el relato con final feliz de Paterson: «Hubo un momento en que mi matrimonio estuvo a punto de acabarse pero buscamos ayuda y decidimos que queríamos hacer funcionar nuestra pareja. Michelle es totalmente conocedora de lo que ocurrió». Versión coreada por la nueva primera dama de Nueva York según la cual aunque es normal que un matrimonio atraviese por «periodos difíciles», lo importante «es que tus hijos vean un esfuerzo de superación».
Dentro de este ataque preventivo para cerrar la puerta a eventuales escándalos, David Paterson ha detallado que él tuvo una amante entre los años 1999 y el 2001. Con la que a veces se citaba en un hotel de Manhattan: el «Days Inn» situado en la confluencia de Broadway y la calle 94 west,más modesto que el lujoso «Mayflower» elegido por Eliot Spitzer para sus lances en la capital federal Washington.
Paterson ha recalcado que nunca utilizó fondos públicos o donativos electorales para costear la logística de su aventura extramatrimonial. Y también ha desmentido categóricamente los «esporádicos rumores» en la capital estatal Albany que como fruto de su adulterio tuvo un hijo. Y por si fuera poco, en otra surrealista rueda de Prensa celebrada ayer, el nuevo gobernador también ha reconocido varios «affairs» adicionales. Incluidos romances con funcionarias del gobierno estatal que en su momento no trabajaban directamente bajo su supervisión.
La semana pasada, Michelle Paige Paterson ya exhibió en declaraciones al «Daily News» una llamativa comprensión hacia el criticado papel de la esposa de Eliot Spitzer. En su opinión, «la vida es muy frágil y nunca se sabe lo que puede pasar por eso no se debe enjuiciar a las personas». Negando que le preocupasen «otras mujeres» a la vista del ascenso de su marido a un cargo con intensas obligaciones y muchos viajes de trabajo.
Por si faltase tema de conversación, el «New York Post» también ha aportado ayer su propio granito morboso a esta tórrida primavera de escándalos sexuales en cadena. El diario ofrece el exclusivo testimonio de Teddy Pedersen, conductor del ex gobernador de Nueva Jersey, Jim McGreevey, forzado a dimitir tras descubrirse su condición de homosexual y que intentó enchufar en el gobierno estatal a su novio. Según las confesiones del chófer, corroboradas por el propio McGreevey, tanto el ex gobernador como su esposa en trámite de divorcio, Dina Matos, practicaron «ménage à trois». Todo muy francés.
ABC.ES
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