MIAMI.- ¿Puede aspirar a la presidencia de los Estados Unidos alguien que se opone a la guerra en Irak y al Tratado de Libre Comercio, que defiende el derecho al aborto, el uso de células madre y la protección de los inmigrantes ilegales, y que, además de ser negro, tiene Hussein como segundo nombre? Bienvenidos al mundo de Barack Obama.
Antes de su impactante discurso durante la Convención Demócrata de agosto de 2004, casi nadie había oído hablar de él; desde entonces, no sólo ha ilustrado las tapas de Time, Harpers y Mens Vogue y trepado al tope de la lista de best sellers con el segundo volumen de sus memorias, sino que hoy araña los porcentajes de Hillary Clinton entre los candidatos a pelear la presidencia por el Partido Demócrata. A primera vista, pocos aspirantes podrían acumular tantas desventajas.
Por lo pronto está su nombre: Barack Hussein Obama. No exactamente la sonoridad que resulta grata a los oídos en el sur y el medio oeste norteamericanos. Y el color de su piel: hijo de matrimonio interracial, su padre era un economista nacido en Kenya, de religión musulmana, y su madre una irlandesa nacida en Wichita, Kansas.
Barack nació en Honolulu, Hawaii, en 1961. Recibió el mismo nombre de su padre, una expresión que en lengua significa "bendecido por Dios". Tenía dos años cuando sus padres se divorciaron y, como relata en sus memorias, Sueños de mi padre: una historia de raza y herencia publicadas en 1995, sólo volvió a reencontrarlo una vez.
Cuando tenía seis años, su madre se casó con un ingeniero indonesio, también musulmán, y se mudaron a Yakarta, donde el pequeño Barack concurrió primero a una escuela musulmana y luego a una católica. A los 10 años fue enviado de regreso a Hawaii, a vivir con su abuela, donde terminó sus estudios secundarios. Asistió a la universidad en California y poco después, a la Universidad de Columbia, en Nueva York, donde se graduó en Ciencias Políticas. Durante ese período, admite haber experimentado con drogas como marihuana y cocaína.
Tras completar sus estudios, consiguió un empleo en Chicago, como director de un proyecto comunitario. En 1988, se inscribió en la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard, donde se graduó tres años más tarde, suma cum laude.
En 1996, fue elegido senador en la legislatura del estado de Illinois y, en noviembre de 1994, fue elegido al Congreso de los Estados Unidos, con lo que se convirtió en el quinto senador negro de la historia y único de la actual Cámara alta. Con estos antecedentes y sin nunca haber ocupado un cargo en la administración pública, ¿qué es lo que hace de Barack Obama un candidato presidencial tan promisorio?
Por lo pronto, está el hecho de que algunos de sus handicaps más obvios pueden terminar convirtiéndose en ventajas. Como lo puntualiza la revista The Economist "es difícil sobrestimar hasta qué punto muchos norteamericanos querrían elegir a un negro como presidente o, por lo menos, a alguien del calibre del señor Obama". De hecho, hubo un primer atisbo en 1995, cuando comenzó a hablarse de la candidatura de Colin Powell. Como Obama, Powell tiene la tez más clara y, además, llevaba tras de sí una distinguida carrera militar. Pero Powell empezó por elegir el partido equivocado (el republicano) y expuso algunas de las tendencias a la indecisión política que caracterizarían más tarde su paso por la administración Bush.
Obama es, por lo pronto, un formidable orador, con una excepcional habilidad para seducir a una audiencia, un self-made man capaz de moverse con la misma comodidad en todos los estratos sociales y como también recalca The Economist, "no es Hillary Clinton". Sucede que, con todas las condiciones que la han convertido en una de las mujeres más populares del mundo, Hillary resulta aún indigerible para mucha gente que ve detrás de su candidatura la sombra de Bill Clinton y sospecha que detrás de sus movimientos hacia el centro se oculta una liberal de la escuela de Ted Kennedy.
Obama, en cambio, despierta la excitación que provocó John F. Kennedy cuando comenzó su campaña por la presidencia. Es una cara nueva, un hombre de 45 años; tiene un discurso con visos de autenticidad y una lógica que logra remontarse por encima de las barreras partidistas.
Esto explica por qué puede ser ensalzado al mismo tiempo por un columnista neoconservador como Charles Krauthammer y por un liberal como Richard Cohen. Tiene además, la cualidad que dio título a su segundo libro, La audacia de la esperanza algo que los norteamericanos necesitarán desesperadamente al cabo de ocho años de George W. Bush.
Por Mario Diament
1 comentario:
Por si te interesa el libro de Obama:
http://www.ojosdepapel.com/Index.aspx?article=2729
Un saludo.
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