He estado pensando seriamente en una tesis que aunque suene descabellada, puede tener cierta lógica en la coyuntura política, económica y social generada a partir del 28 de julio del año pasado.
Hemos visto - aterrorizados por los antecedentes del gobernante de turno - como en los últimos doce meses ha subido el pan y el pollo, dos productos imprescindibles en la canasta familiar. Si revisamos el aspecto internacional, han comenzado a bajar el precio de los minerales que exportamos y con ello nuestra recaudación ha empezado a decaer.
Recientemente, el Presidente del Consejo de Ministros ha anunciado que se reducirán los niveles de exportación de nuestros productos como efecto de la fuerte caída del dólar, frente a la consolidación de la moneda nacional.
En el tema de seguridad ciudadana - que es uno de los que mas preocupa a la población - en poco más de doce meses y luego de dos intentos fallidos, no hemos podido comprar los patrulleros que se requieren; por lo que la delincuencia impera en todos lo distritos, pese a los esfuerzos que hacen las municipalidades a través de sus cuerpos de serenazgo.
Definitivamente, todo esto no puede ser producto de acciones equivocadas del Gobierno, sino que existe un componente que hasta ahora no se había podido identificar y que trataré de explicar.
Preguntémonos: si un ciudadano cualquiera hubiera asumido la Presidencia de la República el 28 de julio del año pasado y de inmediato ingresado a un proceso de hibernación gubernamental, hubieran ocurrido los hechos antes descritos.
Considerando el acelerado proceso de crecimiento del país desde hace ya algunos, era muy poco probable que algo malo sucediera en este ultimo año. En ello coincidían casi todos los economistas.
Pese a lo expuesto, estos hechos vienen ocurriendo con Alan García en la Presidencia, lo que nos lleva a pensar que nuestro gobernante de turno está dotado de una particularidad que lo destaca frente a otros posibles Presidentes. Ese componente creo es el de la “mala suerte” y aquí es necesario hacer algunas distinciones.
Hemos visto - aterrorizados por los antecedentes del gobernante de turno - como en los últimos doce meses ha subido el pan y el pollo, dos productos imprescindibles en la canasta familiar. Si revisamos el aspecto internacional, han comenzado a bajar el precio de los minerales que exportamos y con ello nuestra recaudación ha empezado a decaer.
Recientemente, el Presidente del Consejo de Ministros ha anunciado que se reducirán los niveles de exportación de nuestros productos como efecto de la fuerte caída del dólar, frente a la consolidación de la moneda nacional.
En el tema de seguridad ciudadana - que es uno de los que mas preocupa a la población - en poco más de doce meses y luego de dos intentos fallidos, no hemos podido comprar los patrulleros que se requieren; por lo que la delincuencia impera en todos lo distritos, pese a los esfuerzos que hacen las municipalidades a través de sus cuerpos de serenazgo.
Definitivamente, todo esto no puede ser producto de acciones equivocadas del Gobierno, sino que existe un componente que hasta ahora no se había podido identificar y que trataré de explicar.
Preguntémonos: si un ciudadano cualquiera hubiera asumido la Presidencia de la República el 28 de julio del año pasado y de inmediato ingresado a un proceso de hibernación gubernamental, hubieran ocurrido los hechos antes descritos.
Considerando el acelerado proceso de crecimiento del país desde hace ya algunos, era muy poco probable que algo malo sucediera en este ultimo año. En ello coincidían casi todos los economistas.
Pese a lo expuesto, estos hechos vienen ocurriendo con Alan García en la Presidencia, lo que nos lleva a pensar que nuestro gobernante de turno está dotado de una particularidad que lo destaca frente a otros posibles Presidentes. Ese componente creo es el de la “mala suerte” y aquí es necesario hacer algunas distinciones.
Hay personas que tienen mala suerte; pero hay otras que traen la mala suerte y por tanto son tanto o mas peligrosas que las primeras. Las primeras atraen la mala suerte causandole daños a ellas mismas, mientras que en el caso de las segundas, su sola presencia puede ocasionar catástrofes de la magnitud de un terremoto de grado 10, afectando a gran cantidad de personas que los rodean o están a su cargo. Es decir, en este ultimo caso el daño se traslada a terceros.
De seguro recuerdan haber escuchado alguna vez hablar del “ave de malaguero”. Sí, es un dicho de antigua data – recuerdo habérselo escuchado a mi abuela - que se le aplicaba a aquellas personas que de por sí traen mala suerte.
Si este fuera el caso, tendríamos en Palacio de Gobierno a un “ave de malaguero”; por lo que los analistas políticos deberían incorporar en sus análisis, no solo el componente político gubernamental, sino también la condición de “ave de malaguero” de la que podría estar investido.
Esta es mi tesis, salvo mejor parecer u opinión en contrario.
De seguro recuerdan haber escuchado alguna vez hablar del “ave de malaguero”. Sí, es un dicho de antigua data – recuerdo habérselo escuchado a mi abuela - que se le aplicaba a aquellas personas que de por sí traen mala suerte.
Si este fuera el caso, tendríamos en Palacio de Gobierno a un “ave de malaguero”; por lo que los analistas políticos deberían incorporar en sus análisis, no solo el componente político gubernamental, sino también la condición de “ave de malaguero” de la que podría estar investido.
Esta es mi tesis, salvo mejor parecer u opinión en contrario.
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