Nuestra Constitución establece que los congresistas representan a la Nación. Es decir, por más que son elegidos por los distintos distritos electorales, su representación es nacional y no regional. Es por ello que se les denomina “congresistas de la República”.
Pese a ello podemos ver como gran cantidad de congresistas de la República realizan su función legislativa, pretendiendo asumir tan sólo la representación de su región o departamento. Muchas de sus iniciativas legislativas, discursos y accionar en general, muestran un claro interés regional-departamental, inclusive superponiendo dichos intereses al interés nacional.
Ejemplos sobran, pero entre las últimas iniciativas aprobadas en el Congreso de la República encontramos la Ley que prórroga el régimen de protección patrimonial de las azucareras, las numerosas iniciativas que crean universidades en las regiones de los congresistas que las proponen y las innumerables declaratorias de interés nacional de obras de infraestructura regionales y hasta locales.
Esto quizás se debe a los rezagos del sistema bicameral, en el que los Diputados eran elegidos por sus circunscripciones territoriales y los Senadores en distrito electoral único. Así, los diputados podían tener una visión regional, pero los senadores tenían el deber de tomar decisiones con una visión nacional.
El caso es que en épocas pre-electorales este accionar, que trastoca el sistema parlamentario nacional, se acentúa; con el grave riesgo de que los intereses regionales hagan sucumbir los intereses del país.
Frente a esta difícil situación que se presenta cada cinco años, no queda más que los gobiernos de turno hagan un uso adecuado y racional del control parlamentario, actuando como “stopper”, a fin de evitar que el país retroceda todo lo avanzado durante los últimos años.
A la ciudadanía también le corresponderá repensar la conveniencia de retornar al sistema bicameral, que sin lugar a duda evitaría que se sorprenda al país como leyes tan peligrosas para los intereses del país.
Entretanto, no nos queda más que esperar que con el tiempo los partidos políticos incorporen en sus listas parlamentarias más candidatos a “congresistas de la República” que “congresista regionales”; o que los próximos congresistas se sientan “congresistas de la República”.
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