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lunes, 31 de mayo de 2010

Con Senado o Sin Senado

El Congreso de la República a través de la historia ha pasado por diversos cambios. Así, hay épocas en las que ha tenido un parlamento bicameral, con cámara de diputados y cámara de senadores, y otras en la que ha estado bajo un sistema unicameral, como el que hoy tenemos. Como en todo, ambos sistemas tiene defensores y detractores.

Así podemos mencionar como virtudes de la unicameralidad, que recoge el temperamento ciudadano a favor de la austeridad; es un sistema más expeditivo, eficaz, ágil en el trabajo parlamentario, asegurando una mayor producción legislativa; fortalece al Congreso y sus miembros son elegidos por el sistema del distrito electoral múltiple, asegurando mayores dosis de representatividad. En Sudamérica, Perú, Ecuador y Venezuela tienen congresos unicamerales.

Los detractores de la unicameralidad señalan que las leyes aprobadas bajo este sistema son flojas, incoherentes y son producto de una vocación altamente localista sin visión macro, esto debido a que los congresistas actúan como diputados que representan a sus jurisdicciones y no al País. La unicameralidad, indican, es para países pequeños en población (menos de 13 millones de habitantes) y en el mundo sólo hay 11 parlamentos unicamerales, tres de los cuales están dominados por un sólo partido, y el resto funciona en países pequeños, como Israel o Costa Rica.

El lo que se refiere al sistema bicameral (Cámara de Diputados y Cámara de Senadores), sus defensores señalan que tiene capacidad de revisar o repensar los proyectos, asegurando su calidad; en este sentido el Senado se convierte en una cámara reflexiva. Asimismo, su funcionamiento no implica necesariamente un aumento significativo del presupuesto del parlamento y resuelve el problema de la subrepresentación, en la medida que permite conjugar dos variables: la representación territorial y la poblacional.

Por otro lado, se asegura una representación parlamentaria de mejor calidad y es un sistema mayoritario en la legislación comparada: en Sudamérica, Bolivia, Chile y Colombia tienen congresos de dos cámaras. Asimismo, se mejora el control político de las acciones de gobierno con dos cámaras. Por último, disponer de un Senado de representación territorial en un Estado unitario descentralizado resulta indispensable, puesto que las regiones no son simples circunscripciones territoriales, sino comunidades con intereses, preocupaciones, aspiraciones y problemas propios.

Finalmente, los detractores del sistema bicameral señalan que este colisiona contra la austeridad : a más congresistas, más gasto (más asesores, secretarias, conserjes, etc.); introduce sutilmente un principio de jerarquías entre congresistas: los senadores (más estatus) y los diputados (menos estatus) y la experiencia en el país demostraría que la calidad de las leyes no es necesariamente mejor con la bicameralidad. Asimismo, este sistema no goza de la aprobación ciudadana, que lo ve como un gasto innecesario; acrecienta los riesgos de duplicidad de funciones, malgasto de esfuerzos, debate prolongado, y el consiguiente rechazo de la población a sus representantes.

Estos, entre otros, serán los argumentos que se esgrimirán esta semana en el Congreso de la República, cuando, como se ha anunciado, se debata la posibilidad del retorno al sistema bicameral.

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