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lunes, 17 de enero de 2011

Entre la renuncia, la espada y la pared...


Y sucedió lo que era previsible. Meche le dijo adiós a su candidatura y Jorge Del Castillo postularía al Congreso encabezando la lista aprista.

La falta de experiencia política llevó a Meche a cometer varios errores de cálculo. Primero, me parece que cometió un error al aceptar la postulación por un partido que - al natural desgaste de gobierno – se suma una sombra de corrupción.

Ya en carrera, cometió el error de asumir ingenuamente las poses de líder de un Partido Político con más de sesenta años de vigencia y dos periodos gubernamentales. Así, primero pretendió ella decidir quiénes serían los que la acompañarían en la plancha presidencial y, luego, en el colmo de su audacia, pretender imponer candidatos en la lista parlamentaria.

Es que acaso pensó que los líderes que la convocaron iban a dejar que les pisara el poncho. O quizás creyó que estos mismos personajes estaban investidos de todo el poder dentro del Partido y por tanto harían lo que a ella se le antojara.

En fin, aunque algo tardía la renuncia, creo que al final le permitirá rescatar algo de su prestigio profesional – muy venido a menos con la candidatura – y de esta manera retomar sus labores académicas. Porque lo que es en política, creo que ya se le cerraron las puertas de por vida y es muy probable que también no le sea muy fácil reincorporarse a la función pública.

Así las cosas, aparentemente sólo le quedarían al partido de gobierno dos caminos: hacer un enroque corto y colocar a Velásquez Quesquén como candidato presidencial, o anunciar el retiro de toda su plancha presidencial. En este último caso, sólo quedarían en carrera las listas parlamentarias.

Sin embargo, creo que el Partido Aprista requiere de una medida más drástica, y esta pasaría por anunciar el retiro total de la contienda electoral. Esta medida les permitiría contar con el tiempo necesario para reorganizarse internamente y evitaría una derrota en las urnas que le cierre el paso a una posible reelección de su hasta ahora única carta para el 2016: Alan García.

Que difícil debe ser estar entre la renuncia, la espada y la pared...

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