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lunes, 8 de diciembre de 2008

Perú: ¿El próximo éxito latinoamericano?

por Ian Vásquez

Ian Vásquez es Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.

El Presidente Bush firmó el viernes la ley que promulga el tratado de libre comercio con Perú, algo que no pudo haber ocurrido en un mejor momento ya que esa nación andina se destaca cada vez más en la región como una democracia de mercado exitosa. Más de cinco años de crecimiento sostenido (el país creció 8% el año pasado) están transformando la economía y esparciendo el desarrollo a regiones que tradicionalmente se beneficiaban poco del progreso anterior. A diferencia de otros países en la región, tales como Argentina o Venezuela que también están experimentando crecimiento alto, el crecimiento de Perú se caracteriza por la inversión y la creación de riqueza en vez de la redistribución o los meros efectos de los altos precios mundiales de las materias primas.

¿Por qué está triunfando el Perú? Nuevamente, a diferencia de otros países sudamericanos, ha mantenido las reformas de mercado de principios de los noventa, ha profundizado algunas de ellas, y ha sostenido políticas macroeconómicas sólidas. Las políticas de apertura y estabilidad están rindiendo frutos. Cualquiera que haya estado visitando el Perú durante los últimos 15 años se da cuenta de las impresionantes mejoras en un sinnúmero de áreas de la vida nacional, incluyendo el notable progreso en los últimos años.

Un cambio en valores orientados más hacia la sociedad moderna también podría estarse dando a un paso lento. La mayoría de los peruanos apoyaron el TLC con EEUU. La calidad del servicio y la atención al detalle parece haber mejorado entre los trabajadores y administradores peruanos en una amplia gama de negocios. El escritor peruano Mario Vargas Llosa recientemente señaló que ahora él está más esperanzado por el Perú, no debido a sus indicadores económicos positivos, sino más bien porque "algo profundo parece haber cambiado en la cultura del país. Habría que ser ciego para no verlo".

En su excelente libro nuevo, La revolución capitalista en el Perú, el conocido periodista peruano Jaime de Althaus documenta detalladamente algunos cambios en la sociedad peruana. Las exportaciones tradicionales y no tradicionales están experimentando una bonanza, con las últimas aumentando a un ritmo mayor. Perú ahora se ha convertido en exportador de software, vendiendo alrededor de $20 millones el año pasado y creciendo a una tasa del 25 por ciento.

La clase media está creciendo. La brecha entre los ricos y los pobres y entre Lima y el resto del país también se ha reducido. Los aumentos en el ingreso han sido proporcionalmente mayores para los pobres que para los ricos.

Las empresas peruanas —muchas de ellas nuevas— han logrado éxito a nivel nacional e internacional, no sólo exportando al extranjero, sino también estableciendo fábricas y oficinas en otros países en áreas tan diversas como textiles, bebidas, minería, productos lácteos, ropa, banca y detergentes. Algunas empresas peruanas han sido víctimas de nacionalización en la Bolivia de Evo Morales.

Amplias regiones de la costa peruana que han sido puro desierto por mucho tiempo se han vuelto verdes como resultado de la "revolución agroindustrial silenciosa" que también se ha dado en algunas partes del interior. El agro peruano ahora es diverso, abarca desde azúcar hasta páprika y espárragos. El crédito personal como proporción del crédito total se ha triplicado en los últimos diez años y ahora constituye 24 por ciento del mismo. Las tiendas de departamento y otros negocios ahora regularmente atienden al sector popular. Centros comerciales inmensos han sido construidos y ahora prosperan en algunas de las secciones más pobres de Lima.

El presidente Alan García, quien durante su primer gobierno en la segunda mitad de los ochenta fue un desastre, está capitalizando este progreso y -nunca pensé que diría esto-hasta ahora ha resultado ser buen Presidente.

García se ha propuesto que el Perú crezca a niveles asiáticos durante muchos años. Él ha acusado a los burócratas, a las ONG, a los ambientalistas y a los intereses especiales de obstaculizar importantes cambios en las políticas públicas que aumentarían el crecimiento y reducirían la pobreza. También ha hecho propuestas específicas para permitir la inversión privada en amplias zonas de la selva para exportar madera y para proteger más efectivamente a la región de aquellos que la talan ilegalmente; ha propuesto la titulación de grandes áreas de tierra para que aquellos con recursos puedan explotar las mismas; ha planteado que se aumente dramáticamente la inversión privada en la minería y en otros recursos naturales del Perú; ha propuesto que el Estado renuncie a su propiedad sobre activos que no usa y que renuncie a funciones que son mejor desempeñadas por otros. Y así sigue la lista.

Perú también se ha convertido en una vergüenza para Hugo Chávez, quien tiene a los vecinos Bolivia y Ecuador como Estados clientes y está metiendo muchos recursos en el campo peruano en una campaña para promover su ideología anticapitalista. Perú se ha vuelto un país clave en la batalla ideológica que se está librando en Latinoamérica entre los reformistas y los populistas.

A Perú le queda todavía mucho por hacer antes de que pueda ser declarado una historia de éxito. Pero el tratado de libre comercio ayudará porque le dará permanencia a la política comercial; y la estabilidad de políticas y la competencia han sido la clave para el éxito peruano hasta ahora. Si Alan García avanza la agenda incompleta del Perú, por fin habrá empujado al país hacia la modernidad y será recordado no sólo como uno de los grandes presidentes del Perú, sino de Latinoamérica en un momento crítico de la historia de la región.

Este artículo fue publicado originalmente en El Mercurio (Chile) el 8 de diciembre de 2007.

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