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jueves, 19 de julio de 2007

LA PRIMERA PIEDRA


Ha pasado cerca de un año desde que asumiera el Gobierno por segunda vez el Partido Aprista y el nivel de convulsión social que se ha desatado en el país puede tener varias explicaciones y factores, no necesariamente atribuibles al gobierno.

Me parece que el primer aspecto que ha sido develado por el Gobierno, es que detrás de todos estos movimientos está la mano de grupos radicales de izquierda que durante años permanecieron en las catacumbas políticas del país.

Sin embargo, gracias a los discursos radicales de Ollanta Humala durante su campaña, estos pequeños grupos han comenzado a ganar protagonismo, subiéndose al carro de justas reivindicaciones sociales, en algunos casos, y de irresponsables discursos violentistas, en otros.

Cierto es también que el Presidente de la República tiene responsabilidad en el resurgimiento de un Humala derrotado en las urnas hace pocos meses, al volver a presentarse como un presidente altivo, soberbio y arrogante, especialmente durante los últimos meses.

Una cosa es actuar con mano firme y otra muy distinta agredir con la palabra y no con la fuerza del argumento a los sectores que están generando convulsión social en el país.

Pero el origen de todo, está en el anterior gobierno del Presidente Toledo, quien irresponsablemente bajó la guardia en la lucha contra movimiento radicales subversivos, llegando a desmantelar bases contra subversivas, atendiendo a gran cantidad de grupos de izquierda enquistados en diversas ONGs.

Si a esto le sumamos el discurso de mas de un a década de la buena situación económica por la que atravesamos, sin que los niveles socioeconómicos d, e, y f, sientan mejora alguna, estaremos frente a un bomba de tiempo que tenia que explotar en algún momento.

Otro tema es de lo los gobiernos regionales que tuvieron un “parto prematuro”, pues se eligieron presidentes regionales sin que existieran regiones. Recordemos que los presidentes regionales gobiernan sobre departamentos y no las regiones que debían de crearse de la fusión de dos o más departamentos.

En este caso también primó la ambición política del entonces gobierno de turno y no los intereses del país. La consecuencia es la que vemos, Presidentes Regionales convertidos en actores de protestas que involucran actos de violencia en el país, como si no fueran parte del Estado al cual reclaman.

Sin duda es hora de empezar una real reforma del Estado que adecue a nuestra realidad no solo la estructura del estado, sino todos sus sistemas administrativos, sin importar el costo político mediático.





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