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jueves, 24 de mayo de 2007

MEMORABLES ESTUPIDECES


Un gobernante en el Perú, permanece en el cargo exactamente 60 meses, 1,826 días, 43,824 horas o 2`629,440 minutos. Pensar que en todo ese tiempo no vaya a cometer estupideces, es inconcebible.

Sin embargo, lo extremadamente peligroso no está en la estupidez propiamente dicha, sino en el calibre de la misma y las repercusiones que esta pueda traer al país.

La Real Academia Española establece como primera acepción de la palabra estupidez: torpeza notable en comprender las cosas. Es decir, una estupidez es en castellano casto, una torpeza; así que no se me ofendan quienes se puedan sentir aludidos en este artículo.

Los “cucufatos” de la política – es decir los políticos que confunden la política con la diplomacia – llaman a éstas: “desatinos”, “desaciertos” o “decisiones inconvenientes”, cuando de lo que realmente se trata es de una simple y vulgar “estupidez”.

Estando de acuerdo en estas definiciones, revisemos algunas de las más ilustres estupideces presidenciales de los últimos veinticinco años, pidiendo disculpas por alguna omisión involuntaria que algún memorioso lector pueda percibir.

Corría el año 1980, cuando un recién electo Presidente – no daré nombres para no ir mas allá de lo evidente - ante las primeras muestras de terror por parte de Sendero Luminoso, que colgó perros muertos en algunas calles de Lima, salió a la prensa y dijo quizás la mas recordada estupidez de esa década: “se trata de simples abigeos”, es decir ladrones de ganado.

La historia nos demostraría años mas tarde que los famosos “abigeos del Presidente” dejaron una senda de 25,000 peruanos muertos – y no estamos hablando de cuantos perros mas fueron colgados en las calles - y otros miles de millones de soles en pérdidas materiales.

Años mas tarde, en 1985, un bisoño Presidente, ante las dificultades económicas por las que veníamos atravesando y con un discurso “Chavista”, nos llevó por las sendas del perro muerto internacional, al decretar que el país no pagaría mas allá del 10% de sus ingresos por concepto de deuda externa, generando una gran “duda externa” respecto a la seriedad del país para honrar sus deudas.

Todos sabemos lo que nos costó – porque nos costó a todos los peruanos - poder reinsertarnos al sistema financiero internacional y volver a tener credibilidad en el mundo financiero. Años de atraso en comunicaciones, tecnología en general, competitividad empresarial, etc.

El impacto para la economía nacional fue tan desastroso, que pocos años después, en un afán de poder solucionar los efectos de tan ilustre estupidez, se generó la segunda de dicha década: la estatización de la banca.

Fueron estas las más memorables estupideces del segundo quinquenio de la década de los 80s.; sin embargo la década de los 90s tuvo lo suyo.

Corrían los años 90s., cuando un Presidente oriental, al que le resultaba incomodo no tener mayoría en el Congreso para poder imponer sus decisiones, en un recordado mensaje a la Nación anunció la disolución del Parlamento Nacional, con la palabra: ¡¡¡ Disolver!!! ¡¡¡Disolver!!!.

Esta sería la más grande estupidez de la década, aunque no lo única. Debe quedar claro que no hago referencia a las implicancias legales de dicha estupidez, pues no son materia de este artículo.

Ingresando al nuevo siglo, podemos recordar a un presidente de rasgos andinos que ante la evidencia fílmica de haberse pegado una gran “francachela”, acompañado de algunas “niñas buenas”, salio a la prensa a anunciar que dicha noche lo habían “secuestrado”. Sin lugar a dudas, una ilustre estupidez que lo persiguió durante todo su mandato.

Creo que este periodo fue el más rico en estupideces sórdidas de todo calibre. Desde la reunión que sostuvo el mandatario con el Presidente de la Sala del Poder Judicial que resolvería el caso de la paternidad de Zarai, la batida del Whisky con los dedos en un local público, los viajecitos de placer a Punta Sal, el affaire con alguna suboficial de la PNP, entre muchos otros, que le dieron colorido a un periodo sin mayores sobresaltos en la economía.

Son estas algunas de las mas memorables estupideces de los últimos veinticinco años, reiterando mis disculpas por alguna omisión o mejor parecer respecto a la calificación o selección.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Fernando:
Error grave al sumar, pues un presidente en cinco años solo llega a 1826 días, considerando un año bisiesto (pueden ser hasta dos). "Corrígete a si mismo", dice una vieja máxima griega...


Mario E. Méndez

FERNANDO ZAMBRANO dijo...

Gracias por llamar la atención respecto al error en las cifras y disculpas por ello a loslectores.